martes, 2 de agosto de 2022

En ocasiones, leo cosas

Me quejo bastante últimamente de que no leo, y esto no es del todo verdad. Lo que ocurre es que no dispongo del tiempo del que antes disponía para dedicar a las lecturas que yo considero «serias», que son básicamente libros, y, dentro de estos, sobre todo narrativa y ensayo. Pero lo cierto es que leer, leo a diario, aunque se trate de lecturas en formatos diferentes a los libros. Estas lecturas comprenden, entre otras cosas, revistas, cuentos sueltos (virtuales o en papel), artículos (principalmente en internet; consulto mucho la wikipedia) y, sobre todo, reglamentos de juegos de mesa. Debido a mi gran afición a este hobby, estoy probando juegos nuevos casi semanalmente, e incluso cuando vuelvo a jugar a los que ya tenía, a menudo debo releerme sus reglamentos. Por si fuera poco, me dedico a la traducción y he traducido más de un centenar de reglamentos en los últimos trece años, algunos de ellos bastante complejos, con suplementos históricos y varias decenas de páginas.

Todo esto implica una cantidad respetable de hojas y de palabras que pasan ante mis ojos todos los días; lo cierto es que no me he puesto a contarlas ni lo veo necesario. Pero, en fin, leer sí leo. Para mí es algo esencial y lo que no entiendo es que no lo haga todo el mundo. Cuando tengo que esperar en la consulta del médico, en la peluquería, en alguna oficina o comercio e incluso en la cola del supermercado, siempre acabo hojeando cualquier folleto o publicación a mi alcance o me sorprendo leyendo cualquier cartel de ofertas o de publicidad, eso cuando no me llevo yo directamente la lectura. ¡Es innegable que las palabras me cautivan! 

Música, historia, juegos... Algunas de las revistas que he comprado en el último año.

Reglamentos de juegos de tablero. Es rara la semana en la que no me leo al menos uno o dos de ellos.

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