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Luis E. Hernández Agüe, 2018-21. Se prohíbe la reproducción o difusión en
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Alarma en la EC-5
El director de la Estación
de Control 5 respiró aliviado cuando, finalmente, aquel arcaico artefacto
abandonó la superficie de la Luna y volvió a acoplarse a la cápsula de la que
se había separado un día antes. Aún tuvo que esperar varias horas hasta que el vehículo
dio la vuelta al satélite y regresó a su planeta, la Tierra. Sólo entonces,
cuando el módulo al que los humanos llamaban Columbia estuvo lejos, se permitió un momento de relax mientras sus
ayudantes le felicitaban por su espléndida gestión del incidente.
Por fin podían desactivar
los inhibidores de señales y los emisores de frecuencias que boicoteaban los sistemas
de la nave terrestre y les devolvían falsos informes. Ya no era necesario tener
conectadas las máquinas que impedían a los invasores recibir datos exactos sobre
el entorno lunar. También se podían apagar casi todas las pantallas electrónicas
que creaban la ilusión en los visitantes de estar viendo a su alrededor un mundo
estéril y despoblado. Afortunadamente, desde la EC-5 habían podido dirigir
aquel Águila al punto al que habían
querido: el perímetro desierto que los hombres habían bautizado como “Mar de la
Tranquilidad”. Por supuesto, seguía siendo necesario estar alerta ante futuras
exploraciones y sondeos terrícolas, continuar engañando a sus cada vez más
potentes telescopios y equipos, pero lo peor había pasado. Aquellos cinco
interminables días habían llegado a su fin.
Cediendo los controles a
su lugarteniente, el comandante consideró que se había ganado un descanso y se
dirigió a su habitación en busca de unas merecidas horas de sueño. La amenaza
había desaparecido, sí, pero, ¿cuánto tardaría aquella nociva raza vecina en
volver a intentar otro hito similar? ¿En tratar de llegar otra vez hasta la
Luna o incluso más allá? ¿Conseguiría la tecnología humana igualar a la
selenita antes de lo previsto? Unos años atrás, el oficial se hubiera reído de
ello, pero, ahora, después de lo que acababa de ver…
Prefirió posponer todos
esos dilemas para otro momento y recostarse en su cama flotante, intentando
dejar la mente en blanco, distenderse, y olvidar las muchas vicisitudes de aquella
jornada…
(Microrrelato publicado en Tinta lunar. V Certamen Literario. Ed. Círculo Rojo, 2019)
AS-506 (20-7-1969)
Imposible. Lo que acaba
de suceder era técnica y científicamente imposible. Al poco de comenzar a
descender hacia la superficie de la Luna, el Águila había
realizado una maniobra repentina y se había desviado de la trayectoria prevista
para describir una parábola inverosímil, salirse de la órbita y encaminarse en
dirección opuesta a la Tierra.
Armstrong se quedó
perplejo en un primer instante. ¿Qué podía haber fallado después de tantos y
tantos años de preparación y entrenamiento? ¿Cómo aquella infinidad de pruebas
y cálculos no habían podido predecir esta circunstancia? ¿Para qué habían
servido todos aquellos sacrificios, incluyendo el del Apolo 1?
El L.E.M. comenzó a dar
vueltas lentamente, dibujando una improbable y disparatada espiral en el vacío
mientras su comandante intentaba enderezarlo y recuperar el control, Aldrin
permanecía en estado de shock y Collins, desde el Columbia,
solicitaba desesperadamente instrucciones a Cabo Kennedy.
El Águila,
lejos de conseguir aquel ansiado alunizaje, se perdía ahora en la negrura del
cosmos, quizá con más probabilidades de acabar estrellándose contra algún
cuerpo celeste o de encontrar un destino aún peor.
En la enorme caverna
subterránea que contenía la estación de control selenita, su director respiró
aliviado al terminar la operación. No albergaba sentimientos personales contra
aquellos visitantes espaciales, e incluso lamentaba haber tenido que
condenarles, pero por nada del mundo su pueblo y él estaban dispuestos a que
los humanos plantaran sus pies en la Luna, establecieran contacto y decidieran
instalarse allí. No después de haber observado durante siglos lo que habían
hecho con su propio planeta, lo descabellada y absurda que era la naturaleza
autodestructiva de aquellos indeseados vecinos. Bastante les estaba costando
hacerles creer que el satélite no tenía vida.
El oficial se preguntó
cuánto tardarían en volver aquellos bárbaros ahora que, contra todo pronóstico,
habían desarrollado la suficiente tecnología como para poder emprender tan
largo y costoso viaje, y deseó internamente que el fracaso de esta primera
misión desalentara a los terrícolas a intentar repetir la proeza y les hiciera
optar por logros más sensatos, como ocuparse de su propio y descuidado hogar…
Monotonía mortal
“Esto debe terminar”, se
propuso una vez más. “No puede ser. Estoy dejando pasar el tiempo sin hacer
nada, siempre tumbado, ocioso e inactivo, sin intentar cambiar esta rutina
exasperante; sin intentar escapar de esta claustrofóbica y opresiva situación…”.
“¡Venga!”, se animó a sí
mismo. “¡Decídete! ¡Puedes hacerlo! ¡Solo un pequeño esfuerzo!”
Parecía que por fin lo
iba a conseguir. Sí. Debía renunciar a aquella terrible negrura que le
envolvía, abandonar la postura indolente y estacionaria y la actitud flemática,
insidiosa y sin sentido que se habían apoderado de él desde hacía más de lo que
podía recordar. Durante los últimos años, sus circunstancias no se habían
alterado lo más mínimo. ¿Cuánto llevaba así?
Pero hoy… hoy cambiaría
todo. Las cosas irían a mejor, comenzaría una nueva etapa…
Entonces, al intentar
incorporarse con renovado entusiasmo y no sin cierta emoción, se golpeó la
cabeza con la tapa del ataúd…
(Microrrelato publicado
en Micro Terror. II Concurso de Microrrelatos, Ed. Círculo Rojo,
2018)
Una separación dolorosa
Lo verdaderamente difícil fue tener que deshacer uno a uno todos los puntos de sutura. A su insoportable retahíla de quejas y lloros, a la interminable andanada de amenazas que acabaron devaluadas en súplicas, consiguió poner fin el cloroformo... Es cierto que en el altar prometimos estar juntos para siempre, pero las personas cambian, la vida da muchas vueltas, y a veces se echan de menos un poco de libertad e independencia…
(Microrrelato publicado en Microterrores VIII, Diversidad Literaria , 2021)