domingo, 23 de marzo de 2025

Libros y literatura en 2024

Pues este modesto hito de 20 libros es lo que dio el pasado año en cuanto a lecturas, sin contar cómics, revistas ni reglamentos de juegos; más o menos la misma cantidad que todos los años. 2024 ha tenido «mucho cuento», pues, sin proponérmelo, y a contracorriente, casi todo lo que he leído han sido recopilaciones de relatos. El 2023 fue más de novelas, y el anterior de biografías. En realidad me gusta alternar un poco de todo, pero no suelo marcarme ningún plan concreto y voy leyendo conforme me apetece o surge. De hecho, mi propósito doce meses atrás era leerme los cuentos completos de Edgar Allan Poe y al final no lo he cumplido, aunque lo mantengo como tarea pendiente y no lo olvido.

2024 también ha sido un año en el que ha prevalecido mi viejo y eterno amor por la literatura decimonónica y las historias góticas (o románticas; quien me conoce ya sabe que para mí son términos prácticamente ambivalentes). Insisto en que todo esto no ha sido planificado de antemano, pero entre otras cosas tenía pendiente la lectura de la «trilogía» de relatos sobre monstruos clásicos que hace unos años publicara 451 Editores, y el pasado verano decidí por fin abordarla al completo. Además, me leí sendas antologías de Poe, Bécquer, R. Murray Gilchrist (dos) y las novelas El castillo de Otranto (que leí en mi juventud), la más moderna Manitú (intento frustrado de recuperar las sensaciones de cuando leía mis primeras novelas de Stephen King en los años 80) y la novela corta, casi cuento, El crimen del sátiro, lo que puede llevar a pensar —equívocamente— que soy algo monotemático. No es así, como se puede ver al repasar mis lecturas de otros años, si bien es cierto que siempre me ha gustado mucho el género de terror.

El género «perdedor» en 2024 fue el ensayo, con apenas dos libritos muy breves sobre Méliès y Cecilia, si no cuento el relato autobiográfico No se fusila en domingo, que no estoy seguro de en qué estante ubicar. Sorprende que en años anteriores leyera no menos de seis ensayos en cada uno, pero así se ha ido conformando este devenir lector de los pasados doce meses.

Una de las lecturas más chocantes del año anterior podría ser el libro Códex: Genestealers Cults. Si bien soy un gran fanático de los juegos de mesa, sobre todo en su vertiente de tablero, no había vuelto a los juegos de miniaturas de Games Workshop desde hacía tiempo, y más concretamente al famoso Warhammer 40000 y su spin-off Necromunda. Últimamente se ha reavivado mi interés por ambos títulos, y en este 2025 son ya varios los libros que he leído sobre ambos, todos ellos tanto de ambientación como de reglas. En realidad leo muchísimos reglamentos de juegos de tablero, aunque no suelo incluirlos como lecturas anuales al tratarse normalmente de cuadernillos o libretos de pocas páginas y de formato no clasificable como libro propiamente.

Del pasado año quiero destacar la lectura de los dos volúmenes recopilados por Jim Wynorski Vinieron del espacio exterior y Vinieron de la tierra, una de mis raras incursiones en el género de la ciencia ficción, que reúnen los relatos originales que dieron lugar a películas tan legendarias como Ultimátum a la Tierra, La mosca o El enigma de otro mundo. Algunos de estos cuentos me dejaron muy buen sabor de boca y me gustaría, en el futuro, leer algo más de sus autores, e incluso del mismo género y época (años 40 y 50 del pasado siglo). Además de esta bilogía, la enésima lectura de las Leyendas de Bécquer en una selección publicada por mi editorial favorita, Valdemar, a la que no me pude resistir, pese a contar ya con varias ediciones de estas historias, que sin lugar a dudas conforman mi libro favorito de todos los tiempos.

Para acabar esta memoria bibliográfica y lectora, anotar que realicé una breve y placentera incursión veraniega en el cómic con la colección original de Druuna, publicada en su momento por Norma Editorial, de la que había leído algunos números, pero no la colección completa hasta ahora.

El año pasado, tras muchas cavilaciones y dudas, me decidí a publicar un cuarto libro de cuentos al que finalmente decidí titular Cuentos sombríos II, aunque no siempre tuve claro que si debía relacionarlo tan estrechamente con mi primer libro publicado porque no estaba seguro de que, temáticamente y en espíritu, acabara de casar con él. Por primera vez me animé a hacer una presentación en el amistoso marco de Librería Circe, y aunque la experiencia fue grata, como ya me temía, mi trabajo no ha despertado en general mucho interés. Este es un tema —el de las dificultades y obstáculos de un escritor desconocido— que quiero tratar en un futuro artículo que ya tengo casi acabado.

Comienzo el 2025 con la intención de reanudar la tarea de acabar los cuentos de Poe, pero también se ha implantado en mí el propósito de abordar todas las novelas que me quedan pendientes de las hermanas Brontë tras el placer que me produjo la lectura de Jane Eyre hace un par de años (y Cumbres Borrascosas hace muchos más). Es decir, me quedarían por leer Shirley, Villette y El profesor de Charlotte y La inquilina de Wildfell Hall de Anne, las cuales tengo todas en una recopilación que he comprado. Estos son mis propósitos para el presente año pero, como suele ocurrir, irán surgiendo lecturas tentadoras y/o novedosas que me pueden llevar a variarlos.

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