2024 también ha sido un año en el
que ha prevalecido mi viejo y eterno amor por la literatura decimonónica y las
historias góticas (o románticas; quien me conoce ya sabe que para mí son términos
prácticamente ambivalentes). Insisto en que todo esto no ha sido planificado de
antemano, pero entre otras cosas tenía pendiente la lectura de la «trilogía» de
relatos sobre monstruos clásicos que hace unos años publicara 451 Editores, y
el pasado verano decidí por fin abordarla al completo. Además, me leí sendas
antologías de Poe, Bécquer, R. Murray Gilchrist (dos) y las novelas El
castillo de Otranto (que leí en mi juventud), la más moderna Manitú
(intento frustrado de recuperar las sensaciones de cuando leía mis primeras
novelas de Stephen King en los años 80) y la novela corta, casi cuento, El
crimen del sátiro, lo que puede llevar a pensar —equívocamente— que soy algo monotemático. No es así, como se puede ver al repasar mis lecturas de
otros años, si bien es cierto que siempre me ha gustado mucho el género de terror.
El género «perdedor» en 2024 fue
el ensayo, con apenas dos libritos muy breves sobre Méliès y Cecilia, si no
cuento el relato autobiográfico No se fusila en domingo, que no estoy
seguro de en qué estante ubicar. Sorprende que en años anteriores leyera no
menos de seis ensayos en cada uno, pero así se ha ido conformando este devenir
lector de los pasados doce meses.
Una de las lecturas más chocantes del año anterior podría ser el libro Códex: Genestealers Cults. Si
bien soy un gran fanático de los juegos de mesa, sobre todo en su vertiente de
tablero, no había vuelto a los juegos de miniaturas de Games Workshop desde hacía
tiempo, y más concretamente al famoso Warhammer 40000 y su spin-off
Necromunda. Últimamente se ha reavivado mi interés por ambos títulos, y
en este 2025 son ya varios los libros que he leído sobre ambos, todos ellos
tanto de ambientación como de reglas. En realidad leo muchísimos reglamentos de
juegos de tablero, aunque no suelo incluirlos como lecturas anuales al tratarse
normalmente de cuadernillos o libretos de pocas páginas y de formato no
clasificable como libro propiamente.
Del pasado año quiero destacar la
lectura de los dos volúmenes recopilados por Jim Wynorski Vinieron del
espacio exterior y Vinieron de la tierra, una de mis raras incursiones en el género de la ciencia ficción, que reúnen
los relatos originales que dieron lugar a películas tan legendarias como Ultimátum a la Tierra, La
mosca o El enigma de otro mundo. Algunos de estos cuentos me dejaron muy buen
sabor de boca y me gustaría, en el futuro, leer algo más de sus autores, e
incluso del mismo género y época (años 40 y 50 del pasado siglo). Además de esta
bilogía, la enésima lectura de las Leyendas
de Bécquer en una selección
publicada por mi editorial favorita, Valdemar, a la que no me pude resistir,
pese a contar ya con varias ediciones de estas historias, que sin lugar a
dudas conforman mi libro favorito de todos los tiempos.
El año pasado, tras muchas cavilaciones
y dudas, me decidí a publicar un cuarto libro de cuentos al que finalmente
decidí titular Cuentos sombríos II, aunque no siempre tuve claro
que si debía relacionarlo tan estrechamente con mi primer libro publicado
porque no estaba seguro de que, temáticamente y en espíritu, acabara de casar
con él. Por primera vez me animé a hacer una presentación en el amistoso marco
de Librería Circe, y aunque la experiencia fue grata, como ya me temía, mi
trabajo no ha despertado en general mucho interés. Este es un tema —el de las
dificultades y obstáculos de un escritor desconocido— que quiero tratar en un
futuro artículo que ya tengo casi acabado.
Comienzo el 2025 con la intención de reanudar la tarea de acabar los cuentos de Poe, pero también se ha implantado en mí el propósito de abordar todas las novelas que me quedan pendientes de las hermanas Brontë tras el placer que me produjo la lectura de Jane Eyre hace un par de años (y Cumbres Borrascosas hace muchos más). Es decir, me quedarían por leer Shirley, Villette y El profesor de Charlotte y La inquilina de Wildfell Hall de Anne, las cuales tengo todas en una recopilación que he comprado. Estos son mis propósitos para el presente año pero, como suele ocurrir, irán surgiendo lecturas tentadoras y/o novedosas que me pueden llevar a variarlos.
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