La Guerra Civil Española es una
época que me fascina y en la que he querido ambientar dos de las historias de
mi próximo libro. Aprovechando que hoy se cumplen exactamente ochenta años
desde el final de la triste contienda, me gustaría adelantaros el primer
párrafo de uno de dichos cuentos, “El Centurión y la Marquesa”, a modo de
homenaje y recordatorio de todas las víctimas del conflicto bélico, y de las de
todos los conflictos bélicos en general.
“La guerra es el pretexto perfecto que el
villano, el ruin y el cobarde buscarán y propiciarán para poder campar a sus
anchas; el coto de caza ideal para que los miserables y los desalmados impongan
su criterio y su voluntad y hagan y deshagan a su antojo. En este terrible
caldo de cultivo, el ladrón y el asesino saldrán de las sombras en las que se
escondían, mostrarán su verdadera naturaleza y delinquirán impunemente a plena
luz del día, sin temor a recriminación o castigo algunos; de hecho, muy al
contrario, a menudo se verán alabados y recompensados por sus detestables
acciones, que en tiempos de paz se hubiesen considerado crímenes e injusticias.
Saqueadores y violadores harán su agosto mientras dure una contienda;
probablemente prosperarán y se enriquecerán, e incluso se harán con posiciones
de poder desde las que harán valer sus particulares y abusivas normas, sin más
valor ni razón que los de sus armas y su violencia. La guerra, en fin, es el hábitat
sublime para que las fieras disfrazadas de hombres acechen al desprevenido para
atacarlo en manada o en bandada, corran a saciarse con los restos de estas
desdichadas víctimas y se revuelquen gozosas entre la podredumbre que han generado
ellas mismas…”
(Extracto del cuento "El Centurión y la Marquesa". (C) Luis E. Hernández Agüe, 2019.)
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